Investigadores de la Universidad de Buffalo, en los EE.UU. encontraron que estos insecticidas se unen a los receptores que regulan nuestros relojes biológicos y afectan negativamente a la señalización del receptor de melatonina, ocasionando un mayor riesgo de padecer enfermedades metabólicas como la diabetes.
Los resultados, publicados en la revista Chemical Research in Toxicology, indicaron mediante el uso de modelado computacional predictivo y en experimentos in vitro con células receptoras de la melatonina humana, que los carbamatos interactúan selectivamente con un receptor de melatonina.
Esa interacción puede alterar la señalización de la melatonina y alterar procesos regulatorios importantes en el cuerpo.
«Este es el primer informe que demuestra cómo los productos químicos ambientales encontrados en productos de uso doméstico interactúan con los receptores de la melatonina humana,» dijo Margarita L. Dubocovich autora principal de la UB.
El estudio se centró en dos productos químicos, carbaril y carbofurano, que están prohibidos aplicarse en cultivos de alimentos para el consumo humano desde el año 2009, sin embargo, todavía se usan en muchos países y sus huellas persisten en los alimentos, las plantas y la vida silvestre.
«Hemos encontrado que los insecticidas son estructuralmente similares a la melatonina y que ambos mostraron afinidad por la melatonina, los receptores MT2, pudiendo afectar la homeostasis de la glucosa y la secreción de insulina,» dijo la co-autor Marina Popevska-Gorevski.
«Eso significa que la exposición a ellos podría poner a las personas en mayor riesgo de diabetes y que también afectan los patrones de sueño,» añadió Popevska-Gorevski.
Los resultados sugieren la existencia de una necesidad en evaluar las sustancias químicas ambientales por su capacidad para interrumpir la actividad circadiana, algo que actualmente no está siendo considerado por los reguladores federales.
«Al interactuar directamente con los receptores de la melatonina en el cerebro y los tejidos periféricos, los productos químicos ambientales, tales como el carbaril, pueden perturbar los principales procesos fisiológicos ocasionando ritmos circadianos mal alineados, alterar los patrones de sueño y afectar funciones metabólicas aumentando el riesgo de enfermedades crónicas como diabetes y trastornos metabólicos,” explicó Dubocovich.
Ella explicó que existe un delicado equilibrio entre la liberación de insulina y de glucosa en el páncreas en momentos muy concretos del día, pero si ese equilibrio se altera durante un largo período de tiempo, existe un riesgo mayor de desarrollar diabetes.
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