Se tiene una fórmula probada para cambiar el comportamiento de masas, debido a la naturaleza pragmática de los usuarios.
La fertilidad es una prioridad nacional. Pero incentivos económicos, como incentivos fiscales y someter a las parejas a vivir la experiencia de tener un bebé, se puede decir que ha tenido un efecto en el comportamiento de las parejas, y se ha trabajado de forma activa por parte de la población para detener el aumento desmesurado en la población en algunos países.
La seguridad laboral es otra prioridad nacional. El Empleo del Sistema de Crédito ha cambiado el comportamiento de los empleadores y se ha trabajado para ayudar a los habitantes a conservar su empleo durante una recesión, en países como Singapur.
Hay otros ejemplos a nivel sub-nacional, como el incentivo de $500 dólares para el cumplimiento del Servicio Nacional, además de que los participantes pueden alcanzar el premio de Oro para la Prueba de aptitud física individual, y se otorga también $20,000 dólares de subsidio para viviendas para que las parejas de miembros de la milicia se mantengan cerca de sus padres.
En lugar de invertir millones de dólares en campañas para educar al público acerca de la diabetes, con una amplitud limitada y de poca profundidad y que se traduce en condiciones financieras insostenibles para los individuos y los países, otro tipo de incentivos y programas pueden resultar más persuasivos y eficaces.
Una medida que se podría tomar de forma activa para incentivar a la población a cuidarse es la siguiente:
Si se da una reducción de impuestos personales en un 5 por ciento para incentivar a la gente a mantenerse saludable (para la gente común), evitar la diabetes (para los prediabéticos) o mantener un buen control de la glucosa (para los diabéticos diagnosticados), esto le costará al gobierno alrededor de $450 millones.
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A cambio, podría haber un ahorro mucho mayor de potencialmente menos tratamientos, así como un menor número de complicaciones, hospitalizaciones y muertes. Esto es sin mencionar los costos indirectos, tales como la carga emocional de la disminución de la enfermedad y la productividad.
Se entiende entonces, que al incentivar económicamente a las personas a mantenerse sanas y recompensarlas por el cuidado de su salud, un país que padece de un gran número de prediabéticos y diabéticos disminuiría significativamente el gasto público en cuestiones de cuidado, medicamento, tratamientos, hospitalizaciones, etc.
La verdadera cuestión es, independientemente de la viabilidad de ésta propuesta, es si realmente se necesita llegar al punto donde el gobierno deba pagarles a las personas por cuidarse y mantenerse sanas.
Mientras este tipo de propuestas toman forma y son analizadas en países como Singapur, donde se analizan las probabilidades matemáticas y económicas de que pueda otorgarse nacionalmente un incentivo económico a las personas para estar sanas, hay que recordar que tener una calidad de vida buena, un cuerpo sano y una vida feliz es responsabilidad de cada individuo.
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